Álvaro y Loly

Son pareja desde julio del 2010

Nunca creí en internet, y menos aún en que a través de sus páginas pudiera encontrar el amor.

Había regresado a España después de muchos años en el extranjero. Una mujer aceleró ese regreso. Todo parecía mágico hasta el día en que me di cuenta de que yo era solamente un juguete para ella, y que los sueños que conmigo tenía, con otro los realizaba. Sufrí de una forma a la que ya no estaba habituado, y tiré la toalla. Me sumí en un «celibato voluntario» que duró más o menos 5 años. Sin embargo, las últimas Navidades conocí en Oviedo a otra muchacha a través de unos amigos. Quizás cansado de estar solo, quizás porque ella me pareció diferente, empezamos una amistad que luego fue a más… y me hablaba de convivencia incluso. Pero fue a finales de junio cuando una ventolera se llevó todas esas palabras llenas de intenciones que al principio se dicen. Nunca llegué a saber qué falló, pero sospecho que una vez más fui utilizado para recobrar la autoestima después de una relación tempestuosa y degradante para ella. Y yo me dije: «no, esta vez no. Esta vez ni una lágrima, ella no se merece mi dolor».

Fue entonces cuando pensé en eDarling, más con la idea de encontrar amigos que me distrajesen, que parejas que me enamorasen. Justo a la semana de estar registrado, «sonreí» a Loly. Ella me devolvió la sonrisa. Le escribí un mensaje, y ella me contestó diciéndome que había leído mi perfil y le había entusiasmado. Tengo que decir que ya en sus primeras letras intuí lo que ahora ya he descubierto: una persona sincera y leal, honesta y maternal, que sabe lo que quiere y, además, sabe cómo conseguirlo. Trabajadora, pulcra y ordenada, familiar y dedicada a sus hijas y a su nieto. Sufre cuando sufres, y goza de tus alegrías.

Pasaron días en los que vivimos esa urgencia de llegar a casa para leer lo que el otro nos había escrito. Adolescente, diréis, ¡casi infantil! Tenía sin embargo dudas (¡era todo tan perfecto!), y un día no escribí nada… Loly no escribió y yo me repetí: «¿ves? es una maquineta… tú escribes y la máquina te contesta lo que quieres leer». Es evidente que me equivocaba. Le mandé una foto, y Loly puso la suya, con su nieto en brazos. Aquella mirada, aquellos ojos me hicieron exclamar: «sí, es ella, es lo que estaba esperando!». El 28 de julio nos dimos la primera cita en Santander. A esa siguieron otras, cada domingo, después sábados y domingos; ahora compartimos fines de semana completos, y el puente del Pilar lo pasamos en Cambrils. Tenemos muchos miedos, ella más que yo, pero algo me dice que esta vez he dado en el blanco. Loly es, simplemente, especial. Si la conociérais, pensaríais como yo. En su perfil decía: «debajo de mi caparazón hay un gran corazón«. ¡Yo he roto ese caparazón! Gracias por todo, incluso por leerme.