Las aventuras: de la diversión a la realidad

¿tener una aventura es ser infiel?

Es considerada como una aventura una relación sexual que dura más de una noche y en la que al menos una de las dos personas involucradas tiene un compromiso serio con alguien más.

Por desgracia y casi por definición, en todos los casos las aventuras siempre acaban perjudicando a alguien y no ayudan a buscar pareja estable. Pocas aventuras son inofensivas. Inicialmente, este tipo de encuentros íntimos comenzará como un simple juego sexual, que, con el transcurso del tiempo, el peligro es que lo que sólo era sexo se transforme en «algo más» para alguna de las dos personas implicadas en esta situación. Esa persona necesitará y querrá algo más de la otra parte de la ecuación con la que se mantiene el idilio. Esto tiene una explicación sencilla: los sentimientos empiezan a surgir, en lo que en un principio el amor parecia ser sólo un juego.

Las razones para comenzar una aventura son variadas, generalmente una persona se involucra en este tipo de relación cuando encuentra en otra persona aquello que le hace falta a su pareja o relación, o simplemente cuando su relación no marcha bien y se ha perdido la magia del amor o la pasión. La rutina en su relación «oficial» suele ser un elemento común entre quienes inician una aventura amorosa.

Tener una aventura tiene sus peligros

Algunas veces las personas prefieren evitar enfrentarse a los problemas que se presentan con su pareja y buscan en una aventura amorosa su vía de escape. En vez de buscar una solución a su relación de pareja, como quizás una separación o divorcio, prefieren mantener una mentira a través de una relación secreta, probablemente por cobardía, egoísmo o temor a estar solos. Por otra parte, las aventuras, especialmente al principio, se envuelven de un halo de misterio y sensación de «peligro» ante el posible descubrimiento, lo cual las hacen aún más interesantes, atrevidas y sugerentes para quienes mantienen ese encuentro «extra oficial».

Los hay también que, por diversión y sólo por llamar la atención de sus amigos, acaban engañando a sus parejas. Aunque se piense generalmente que esto lo hacen más los hombres, también lo hacen las mujeres, piensan que su pareja jamás se enterará de esa noche de lujuria.

Generalmente, la parte afectada percibe el engaño como una grave traición, y cuando descubre este affaire decide poner punto y final a su relación. Así, pese a comenzar como un juego divertido e «inocente», la aventura se convierte en una penosa situación amorosa mayor a la que se esperaba, con lo que aquel excitante rato de diversión pasará a ser recordado como un grave error que arruinó nuestra relación.

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